Lanzamiento Libro
Patrimonio Local : Ensayos sobre Arte, Arquitectura y Lugar.
José de Nordenflycht Concha
Ediciones Puntángeles
Texto leído por Romolo Trebbi del Trevigiano, Profesor Emérito de la Pontifica Universidad Católica de Valparaíso, con ocasión del coloquio de presentación del libro Patrimonio Local: Ensayos sobre arte, arquitectura y lugar (Editorial Puntángeles, Valparaíso, 2004), el día 6 de diciembre de 2004 en el Centro de Estudios para el Desarrollo Urbano Contemporáneo DUC, Plaza La Matriz, Valparaíso.
Vasto en referencias, citas y críticas es este texto acumulativo de proposiciones y experiencias.
Yo quisiera aquí, junto a Ustedes, hablar y pensar entorno sólo a algunos de los temas enfocados por José.
En efecto, tres son las partes básicas del texto:
“Ensayos de Visibilidad” donde comienza la cuestión de Valparaíso y la del patrimonio local, “Ensayos de Legibilidad” donde se habla de ruinas, de monumentos y hasta Tafuri pena en Valparaíso y “Ensayos de Habitabilidad” o recuperación de una identidad fragmentada en una topografía de la memoria y otros temas.
Pero hoy será Valparaíso…
Estos cerros-ciudad, esta arquitectura antiproyectual que a primera vista pareciera una arquitectura de viento, de fragilidad, pero que está allí desde ayer, o desde siempre, anclada a las quebradas y a los cerros.
Valparaíso, ciudad bastante rica en crónicas envueltas en la melancolía de recuerdos viajeros, de citas de marinos extranjeros, pero pobre de una historiografía desde su nacimiento.
Privación de una imagen, borrón de pensamiento y sin embargo una realidad “de facto”.
Posiblemente su patrimonio sea demasiado intangible para ser reconocido: y así no lo fue, y lo fue finalmente en 2003, ocho años después de Rapa Nui y tres años después de las Iglesias de Chiloé.
Esto acontece cuando en Valparaíso, el lugar donde trabajamos o vivimos, se ha producido, por la omnipresente especulación inmobiliaria y la consecuente arquitectura de reposición, un fuerte impacto agresivo sobre el patrimonio urbano.
Asistimos así inermes a un acto de desposesión, de desligación, de desaparición y, luego, de una reposición que por lo general es irresponsable.
Queda sólo, como magro consuelo, un de profundis patrimonial por la irrepetibilidad de una imagen urbana que ha sido sustituida por la tangibilidad de lo intangible.
Nos enfrentamos a una fragmentación.
Esperamos que en su núcleo más recóndito se re- establezca una ricerca de una identidad que la identifique en esta periferia de ideas, de situaciones y de recursos.
El diagnóstico arroja una carencia ya tradicional que parece embotar las voluntades, apagar los deseos individuales y los chispazos de una rebeldía con causa, banalizadas éstas por entes oficiales al momento de volverse proyecto.
Es así que cada factibilidad se diluye en un tiempo atemporal, en una acción que pareciera una resistencia a la solución.
En Valparaíso pareciera haber obsolescencia no solamente de un proyecto con mayúsculas del porvenir, sino también del pasado: el primero da la espalda al segundo y éste no está aún bien integrado y readaptado a las nuevas exigencias vivenciales.
Me refiero a un pasado físico, casco a veces ruinoso que no logra articularse y recobrar vida debido también a la incultura de sus usuarios.
Y este es el Patrimonio de la Humanidad, reconocido como tal, pero desperdiciado en las proyecciones urbanístico-arquitectónicas de un presente que pareciera desinteresarse de su futuro.
Esto denuncia un conflicto de modelos, de prácticas, de actitudes, en fin de un pensamiento histórico y crítico-analítico en el que debería intervenir un gobierno ciudadano que esté comprometido en la problemática de la ciudad.
Las cumbres, el pié de monte y el borde costero dibujan líneas horizontales seccionadas por las líneas verticales de las quebradas y de los ascensores, acotando distancias reales y virtuales en este rostro entramado apoyado a los cerros entre cielo, tierra y mar.
Y por esto frente a este Valparaíso, nos preguntamos ¿Dónde están los roles de responsabilidad urbana? ¿En los gobiernos y administraciones regionales? Debería; ¿en las muchas universidades que nos rodean? Debería, ¿en nuestro rol de ciudadanos que habitamos la ciudad? Debería.
Por esto, como ya lo ha hecho Carlos Pernaut Vicepresidente de ICOMOS para las Américas, auguro a José y a todos los porteños que el peligro involucrado en ser Patrimonio de la Humanidad, sin una responsabilidad real de conservación, pueda revertir en un acto ciudadano la incredulidad en credibilidad, superándose todas las muchas dificultades enunciadas.
Esto se logrará solamente con la firme voluntad de todos.
Romolo Trebbi del Trevigiano
Valparaíso 06-12-2004